La enfermedad desde la espiritualidad

11.02.2021 18:19

Hoy todos estamos centrados en la COVID-19, olvidamos que existen otras enfermedades y que hay seres humanos que experimentan sufrimiento desde antes de la pandemia.

La salud es el bienestar que engloba las cuatro esferas del ser humano: biológica, psicológica, social y espiritual. La enfermedad provoca el desequilibrio de estas esferas y provoca inestabilidad en el ser humano. Cuando no hay funcionalidad, simplemente se pierde el bienestar.

Hoy más que nunca nos queda claro que la salud es algo que nadie quiere perder, sin embargo, también está claro que hay momentos en la vida que puede ausentarse. Para enfrentar esta pérdida tenemos que saber que, como dice Nancy O´Connor en su libro Déjalos ir con amor, no es darle la bienvenida a la enfermedad sino valorarla como una experiencia espiritual enriquecedora, ¿por qué? Porque nos permite ir a lo más profundo de nuestro interior, porque nos hace más conscientes, porque propicia el acercamiento con nuestros seres queridos, porque olvidamos viejas rencillas, porque propicia la reconciliación, porque nos ayuda a descubrirnos de otra manera…

¿Guerra o paz?

Es común escuchar, sobre todo en personas con cáncer, que “son unos guerreros”, es la etiqueta que se les coloca para motivarlos a seguir “luchando” contra su enfermedad. Aunque estos comentarios suelen ser bien intencionados, también pueden introducirlos en una dinámica agotadora. Desde mi punto de vista, si la enfermedad es el desequilibrio en nuestras cuatro esferas, lo que necesitamos cuando enfermamos es retornar a ese equilibrio, pero no luchando, no odiando nuestro organismo – cuerpo, sino amándolo más que nunca, aceptando y decretando que lo que está sucediendo es transitorio. No juzguez ni le pongas una etiqueta a lo que sientes, insisto, sólo acéptalo. 

La propuesta

Qué tal si en lugar de visualizarte como un guerrero con todo tipo de armas para atacar a eso que no ves pero que odias por dañar tu vida y cortar de tajo tus planes (en casos extremos), haces lo siguiente:

* Visualizarte, todo el tiempo, en una burbuja de luz. Sobre todo la parte de tu organismo que esté dañada.

* Mantener tu atención en lo bueno que tienes y no en lo que has perdido.

* No obsesionarte con la enfermedad, recuerda que donde pones el foco, eso te acompaña todo el tiempo. Si cada segundo lo dedicas a pensar en la enfermedad (aunque sea para curarte), más la atraes. Tampoco significa desatender tu tratamiento, sólo propongo no enfocarte 100% en lo que te está dañando.

* Abrir el diálogo interno.

* Aprovechar el momento para estrechar lazos con tus seres queridos.

* Aprovechar el tiempo para estar contigo, para apapacharte, para regalarte lo que antes te negabas por “falta de horas”.

Ni premios ni castigos

Cuando alguien enferma, sobre todo de gravedad, el primer sentimiento que aparece es la ira, lo cual es normal; surge el enfado porque se cortan los planes y hay temor de no poder realizar todo lo deseado. Sin embargo, también es bueno recordar que, como dice la tanatóloga Gaby Pérez Islas, la vida no se trata de premios o castigos. A la gente buena le pasan cosas buenas y “malas” (lo pongo entre comillas pues cada quien ve un acontecimiento de diversas maneras y con base en sus creencias; lo que para unos es malo, para otros no); a la gente mala le suceden cosas buenas y malas. Sencillamente porque así es la vida. Piensa que si no experimentáramos cosas que nos “mueven” nunca valoraríamos lo que tenemos, nuestra escala de prioridades nunca se movería y probablemente nunca creceríamos como seres humanos. 

Depende del cristal con que se mire

Es un dicho popular que aplica muy bien en este caso. Y es que lo que importa no es lo que nos ocurre sino cómo reaccionamos ante eso. Dice la psiquiatra española Marián Rojas Estapé que la felicidad no tiene que ver con lo que nos sucede sino con la manera en la que lo interpretamos. Ante una situación adversa cada quien reacciona distinto, con base en sus creencias, es decir, en todo lo que ha absorbido desde pequeño (casa, escuela, amigos, experiencias de vida, etc.). La invitación es a retarnos para mirar lo que nos sucede desde otra perspectiva, con otros lentes. Porque como decía Víktor Frankl ꟷpsiquiatra judío quien sobrevivió a varios campos de concentraciónꟷ cuando no podemos cambiar una situación lo que nos queda es transformarnos a nosotros mismos. ¿Sencillo? Sin duda no, pero si de todas formas tenemos que experimentarlo, ¿no sería más fácil hacer todo para tener una vida tranquila y una mente más serena, que anclarnos en el dolor? Como siempre, la decisión es personal.

Quiero dejar claro que estas letras NO invitan a abandonar algún tratamiento. La invitación es a mirar tu situación desde otra posición, a darte la oportunidad para hacer una transformación profunda, a reconciliarte o descubrir tu espiritualidad. Porque no importa si la vida dura mucho o poco, lo más valioso es aprovechar cada segundo de nuestra existencia y siempre, siempre, pensar en hacer algo grande con la vida, aún en los momentos más complicados.