Desamor en tiempos de pandemia. Ideas para superar una ruptura amorosa de forma inteligente.

26.01.2021 17:25

Comenzaré diciendo que, aunque busco ser breve y probablemente me quede en la superficie de muchas ideas, no quiero que esto se etiquete como “receta rápida” de revista para adolescentes. Mi intención es que mis letras inviten a la reflexión y a hurgar en lo más profundo del corazón para encontrar ese camino que nos conducirá hacia donde queremos.

Ciertamente para todos son momentos complejos, en los que nos cuestionamos al tiempo que experimentamos una ola de pensamientos y emociones. Si en este contexto vivimos la ruptura de una relación amorosa el panorama puede tornarse más que desolador. Pero tranquilos, nunca nada es tan terrible y siempre podemos salir del bache.

Muchas veces hemos escuchado la frase “todo depende del cristal con se mire”, ¡es cierto! No digo que alejarnos de alguien a quien amamos no sea duro, todo lo contrario, el corazón se estruja, sentimos que nuestro mundo se derrumba y creemos ciegamente que jamás volveremos a experimentar felicidad. Pero esto también es una falacia. Otra vez, todo depende de cómo afrontemos la situación.

Lo que experimentamos con cierta persona es sólo una experiencia más. Intentar adivinar lo que hay en la cabeza del otro o juzgar sus acciones sólo nos conducirá a sentirnos como objetos que pueden ser desechados en cualquier momento.

¿Qué habré hecho mal? - Quizá si no hubiera dicho tal o cual cosa aún seguiríamos juntos - ¿Habrá encontrado a alguien mejor que yo? ¿Será que debo modificar mi conducta? Todas son preguntas que en algún momento de la vida nos hemos hecho, por lo menos una vez. Entre más pensamos en ello más nos enredamos y nos sentimos culpables. Pero no, no lo somos, tampoco la otra persona.

Es mucho más sano pensar que la manera de actuar de la otra persona tiene que ver sólo con esa persona, con sus creencias y todo lo que ha aprendido y absorbido a lo largo de su vida. Pensar de esta manera nos ayudará a sentir que somos nosotros quienes controlamos la situación y no al revés; también nos llevará a tener claridad mental. 

Pensemos en que independientemente de lo sucedido somos seres humanos valiosos y que ese valor proviene de nuestro interior y no de la aceptación o aprobación de los demás.

Por más dolorosa que sea esta experiencia podemos verlo como una oportunidad para trabajar en lo que nos hace falta mejorar, y no como algo que nos daña o nos etiqueta (sol@, dejad@, solterona, resentid@, amargad@, etc.).

Pensemos que la otra persona jamás quiso herirnos, únicamente actuó como sabe; sus acciones sólo tienen que ver con él o ella misma y con la forma en la que percibe el mundo. Siempre pensar: YO SOY  quien decido si lo que me sucede me destruye o me construye; YO SOY quien tiene pleno control de mi vida. Recuerda, los demás hacen cosas, pero somos nosotros quienes decidimos si nos afectan o no.

Todo lo que nos brinden los demás ¡bienvenido!, pero que sólo sea un extra y no la gasolina que necesitamos para avanzar porque entonces el día que no lo tengamos ¿nos detendremos? No dependamos de la motivación externa o de alguien más para ser felices.

Para estar en paz necesitamos enfocarnos en nosotros mismos; voltear hacia los demás, poner toda nuestra atención en lo que hacen o dejan de hacer, tratar de cambiar su manera de pensar y de actuar sólo nos saca del camino, de nuestro camino, nos distrae para no atender lo importante, y lo más importante somos nosotros. No se trata de ser egoístas sino de saber que si no estamos bien con nosotro mismos no podremos estar bien con los demás. No es posible dar a otros lo que no nos auto-brindamos.

Como dice Tomás Navarro en su libro maravilloso Kintsukuroi, el arte de curar heridas emocionales, “nunca renunciemos a vivir, el dolor, por muy profundo que sea siempre es temporal, y siempre, después de la más oscuras de las noches, siempre sale el sol”. El autor también plantea que nunca regalemos nuestra vida, sólo hay que compartirla.

Nuestra vida y nuestro corazón son nuestros. Desde luego que podemos compartir lo que hay en ese órgano que late con todo, pero también debemos asegurarnos de que siempre permanezca con nosotros pues sólo nosotros sabemos cómo cuidarlo y lo que necesita.

Como dice la psiquiatra española Marián Rojas Estapé, la felicidad, más que tener que ver con lo que nos pasa tiene que ver con la manera en la que interpretamos lo que nos sucede. Recordemos que la vida es cambio y si queremos ser felices tenemos que aceptar esta idea e incorporarla de la mejor manera a nuestra vida.

Receta para brindar alivio

Lo primero es identificar cosas-situaciones que nos generan bienestar. Hay que anotarlo en papelitos y guárdalos en una cajita. Cada vez que sintamos que el corazón se nos estruja saquemos un palelito y hagamos lo que dice. Puede ser desde beber algo calientito, leer un libro, andar en bicicleta o comer nuestro postre favorito hasta practicar la escritura terapéutica, dibujar, tocar un instrumento, etc. A cada quien le hace feliz y le motiva algo. 

Una recomendación que hago es no beber alcohol mientras nos sintamos tristes, la idea de tener una botella de tequila al lado mientras escuchamos canciones con letras tristes es buena para el guión de alguna novela o película, pero jamás para sentirnos bien y recomponernos.   

No corras, enfréntalo.

No se trata de rechazar lo que sentimos, al contario. Si huimos de ese “monstruo” terrible lo que lograremos es que no deje de perseguirnos. Pero si lo enfrentamos podemos estar seguros de que dejará de dar lata y, poco a poco, terminará por aburrirse y marcharse.

Quizá esto sea muy breve, pero estoy segura que puede contribuir a que veas la situación desde otra perspectiva. En este mundo siempre habrá alguien con quien podamos coincidir, compartir y sentirnos felices, pero sin creer que de ello depende el funcionamiento de nuestro motor, pues ese es interno y la gasolina para que arranque es tan única y especial que sólo podemos producirla nosotros mismos.